El brownie es un bizcocho muy húmedo en su interior, que no crudo, y tostado y crujiente en su exterior que, tradicionalmente en su mezcla se añaden nueces picadas, si bien hoy en día los tenemos de pistachos, avellanas, frutos rojos etc.
Cuenta la leyenda que es fruto de un error de un pastelero estadounidense, de Boston, allá por el 1897 quien olvidó añadir levadura a su mezcla para pastel de chocolate y el resultado fue un bizcocho aplastado, crujiente por fuera y húmedo por dentro.
Y desde entonces el brownie se ha convertido en un postre indispensable por estas tres razones:
1.- Su textura es sorprendente y única.
Un buen brownie tiene una textura en su interior húmeda, no esponjosa y nunca nos debe dar la sensación de que esté crudo por dentro. Al mismo tiempo, las nueces picadas hacen que sea levemente crocante cuando damos un bocado.
2.- Versatalidad.
lo podemos comer solo o acompañado. Si lo comemos solo se convierte en el acompañamiento perfecto para el café o nuestra bebida favorita de la merienda. Sin embargo, si lo acompañamos de helado, fruta, nata batida o sirope es un postre perfecto que se puede servir frío o ligeramente caliente.
3.- Básico que siempre triunfa en cualquier menú de evento o carta de restaurante, ames el chocolate o no.